miércoles, 23 de junio de 2010

A solas nunca recuerdo que ya conozco el saber de estos errores

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Todos diciéndome que empezaba un camino sola, que a partir de ahora empezaba lo bueno, que era una etapa nueva en mi vida, llena de responsabilidades, pero también de libertades, todos diciéndome mil y un cosas respecto a mi “nueva vida”, pero siempre recalcándomela como un antes y un después. Parecía que mi vida se acababa el día en que me mudara a La Plata, y otra vida empezaba (llena de libertad, responsabilidad, bla bla bla), y sin embargo nadie se tomo el detenimiento, nadie tuvo la consideración, ni la cautela de aclarar: pero los problemas siguen. O capaz no me creyeron lo suficientemente ingenua como para creer lo contrario, y no creyeron necesaria la aclaración, bueno da igual. El punto es: los problemas, las dudas, los miedos, esos no se quedan esperándote a que vivas tu nueva vida y vuelvas si querés, ellos te siguen, te incitan a que los resuelvas, mientras yo sólo quiero que se callen o que revienten, que me arrastren y me revuelquen. Pero no, simplemente se mantienen ahí, estáticos pero constantes, con un pie adentro y otro afuera. Fingiendo no estar (o más bien, uno mismo fingiendo que no están), pero a la vez dando pequeñas muestras de su permanencia (o más bien, uno dando pequeñas muestras de ser un retrasado emocional, para el caso es lo mismo). Pero bueno, “Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo”. Qué raro Julio teniendo siempre las palabras precisas en el momento indicado. Creo que aunque no tuviera ninguna razón para mantenerme viva (razones que por cierto, entre tanta confesión depresiva es necesario aclarar, tengo de sobra) seguiría con los ojos abiertos solo para seguir leyéndole y releyéndole, hoy, mañana y todos los días. Pero no sólo por eso, sino por todas esas miles de cosas de las que hice rápida mención en el paréntesis anterior, esas cosas que incluso subí bajo el nombre de “las cosas lindas de la vida” (mi primer post), por todas esas cosas vale la pena sonreír, cosas que hacen que la vida sea bella, sólo siendo parte de ella.